Llámanos y pide cita con nuestros especialistas o contacta para pedir más información.
Descubre nuestro enfoque para tratar la ansiedad en Murcia.
Los trastornos de ansiedad tienen a la angustia (o ansiedad) como síntoma principal, si bien este fenómeno puede acompañar a la mayor parte de trastornos psíquicos. La ansiedad, que aparece en situación de amenaza (física o psíquica) para el ser humano, puede presentarse de forma permanente (ansiedad generalizada) o de crisis (crisis de ansiedad).
La ansiedad no es en sí misma un trastorno, ya que la mayor parte de los seres humanos la experimenta en un momento u otro de su existencia. En principio, el fenómeno de la ansiedad emerge cuando la persona se siente amenazada en su integridad física (enfermedad médica) o psíquica (conflicto). En otras palabras, surge en relación con la vivencia que un ser humano tiene de atentado o amenaza a su equilibrio personal. Desde situaciones banales (p. ej., un examen) a otras extremas (p. ej., un accidente grave), la ansiedad aparece como primer síntoma que alerta al hombre sobre el peligro. Por esta razón, no es esencialmente patológica, sino que actúa como señal que permite al sujeto concienciar una situación de peligro y tomar las medidas oportunas para protegerse.
En PsicoClinica Murcia diferenciamos el tratamiento de la ansiedad generalizada de las crisis de ansiedad.
En el caso de las crisis de ansiedad, puntualmente si bien se pueden administrar medicamento ansiolíticos (tranquilizantes), son muy útiles los antidepresivos, aunque tanto la terapia de conducta como la terapia cognitivo-conductual (CBT) son eficaces a medio plazo para evitarlas.
En el caso de la ansiedad generalizada, el tratamiento depende de cada caso, aunque es frecuente en nuestra clínica un tratamiento con psicoterapia y farmacología (tranquilizantes menores).
En general, la angustia se manifiesta a través de síntomas psíquicos y somáticos. Nerviosismo, tensión, irritabilidad, inquietud y agobio, preocupación, insomnio de conciliación, pesadillas, llanto por impotencia (que tranquiliza), sensación de amenaza en relación con miedo a padecer una enfermedad somática grave (desintegración física) o enfermedad mental irreversible (desintegración psíquica) son algunos de los síntomas psíquicos. La disregulación de los sistemas nervioso vegetativo y neuroendocrino por hiperactivación inespecífica del sistema nervioso central explica los síntomas físicos, representados por palpitaciones, taquicardia, ahogo, cansancio, mareos, opresión torácica, anorexia o bulimia, sequedad de boca, náuseas, vómitos, estreñimiento o diarrea, poliuria, distermias, cansancio muscular, trastornos de la función sexual, etc. Toda esta sintomatología puede manifestarse de forma aguda (crisis de angustia) o permanente (ansiedad generalizada).
Aunque se reconoce una tendencia constitucional a la ansiedad, en la ansiedad generalizada se supone una causa ligada a conflictos psicológicos (sentimentales, económicos, profesionales, etc.), mientras que en las crisis de ansiedad actualmente se considera que el origen está relacionado con factores constitucionales-biológicos.
Las crisis de ansiedad o ataques de pánico son episodios agudos de angustia, de aparición diurna o nocturna, caracterizados por una intensa descarga neurovegetativa que es la que provoca los diversos síntomas característicos (palpitaciones, sudoración, temblores o sacudidas, sensación de ahogo, náuseas, mareo, miedo, escalofríos, etc...). En el plano psíquico destaca un intenso agobio, que no es raro que genere vivencia de muerte, por lo que el paciente acude durante las primeras crisis a los servicios de urgencias hospitalarios, donde no se encuentra, tras exploración adecuada (médica, electrocardiograma, etc.), ningún trastorno orgánico. La duración no sobrepasa los 15-30 minutos.
A menudo el paciente recuerda con precisión la primera crisis, que puede presentarse espontáneamente mientras realiza cualquier actividad inocua (p. ej. conducir) o mientras duerme, aunque también puede aparecer en múltiples y variadas situaciones (enfermedad médica irrelevante, un accidente, una intervención quirúrgica, alteraciones tiroideas, posparto inmediato, ingesta excesiva de café, abstención de tabaco, privación de sueño, etc.). Al principio las crisis son espontáneas, si bien luego pueden verse facilitadas por ciertas situaciones. Ocasionalmente las crisis se presentan de forma focalizada, centradas en algún aparato (crisis angoroides, asmatiformes, seudovertiginosas).
En las últimas décadas se ha aceptado la base neurobiológica de las crisis de angustia, en función de varios elementos: carácter espontáneo, base hereditaria, posibilidad de ser desencadenadas por agentes físicos (lactato sódico, cafeína, yohimbina, CO2) y yuguladas por ciertos psicofármacos (antidepresivos tricíclicos, inhibidores recaptación de serotonina, IMAO). Si el cuadro no se diagnostica y trata de manera adecuada puede cronificarse en forma de crisis intensas o, más frecuentemente, de subcrisis, que son crisis atenuadas. Si el trastorno se cronifica aparecen otros fenómenos, como la ansiedad anticipatoria, las conductas de evitación, la hipocondría y la depresión.
En efecto, como la vivencia de una crisis de angustia afecta enormemente al sujeto que la padece, puesto que tiene sensación de muerte, no es raro que quede afectado y presente un temor al padecimiento de futuras crisis. Se desarrolla, pues, lo que se conoce como ansiedad de anticipación, en la que el sujeto está de forma permanente controlando las situaciones bajo el temor de padecer nuevas crisis. Anticipa, por tanto, el peligro, lo cual, obviamente, genera más ansiedad. Asimismo, de forma más o menos rápida, en relación con la personalidad previa del paciente y el número y gravedad de las crisis, desarrolla lo que se conoce como conductas de evitación, es decir, formas de evitar situaciones o conductas que el paciente asocia a la presentación de las crisis. Salir solo de casa, ir en metro o autobús, entrar en almacenes o cines, conducir, etc. Son conductas frecuentes que los enfermos evitan para protegerse del temor que les causan las crisis de angustia.
Si el cuadro se cronifica pueden aparecer nuevos fenómenos, como estados depresivos, secundarios a la desesperanza y frustración de una vida limitada por las crisis, o hipocondría centrada en múltiples temores a padecer enfermedades.
Todos estos trastornos secundarios a las crisis pueden desarrollarse o no, de tal forma que unos sujetos presentan sólo crisis y ansiedad anticipatoria y otros todo el cortejo (conductas de evitación, hipocondría, depresión). La presentación de todo el cuadro o de una parte depende de la personalidad premórbida, más o menos neurótica, de la calidad de las crisis y de que el tratamiento correcto se instaure más o menos rápidamente.
Las diferentes estadísticas, antiguas y actuales, indican que la remisión completa se observa en el 15-25% de los casos, mientras que en alrededor de un 50% la enfermedad cursa crónicamente, con mejorías ligeras o sin mejoría. El 70% de los pacientes generan agorafobia (conducta de evitación de los espacios grandes), que puede complicarse con hipocondría, depresión o abuso de alcohol.
Para cortar las crisis se precisan psicofármacos (antidepresivos y/o ansiolíticos), así como terapia cognitivo-conductual para vencer las conductas de evitación. Dentro del tratamiento farmacológico utilizaremos antidepresivos que tengan como objetivo prevenir que aparezcan las crisis de ansiedad. Hasta que conseguimos que el antidepresivo haga que no aparezcan las crisis utilizaremos un ansiolítico tanto de forma mantenida como a demanda en caso de crisis. Es muy importante que en unas semanas consigamos eliminar las crisis pues de lo contrario la tendencia a la cronicidad es alta y aumenta el riesgo de desarrollar una dependencia de ansiolíticos.
En la ansiedad generalizada, los síntomas no se presentan en forma de episodios o crisis, sino de manera permanente, aunque el curso del trastorno es también crónico. El tipo de síntomas es superponible al que hemos descrito para las crisis de angustia, si bien no se observa la vivencia de muerte y los síntomas en general son más atenuados (tabla 3-1). Inquietud o impaciencia, fatiga, sobresaltos, tensión, temores difusos, inseguridad, dificultades de atención y concentración, insomnio de conciliación y pesadillas, dolores varios y difusos, palpitaciones, opresión precordial, ahogo, náuseas, mareo, sudoración, escalofríos, etc. son algunos de los síntomas de la ansiedad generalizada.
Los síntomas suelen aparecer en sujetos con personalidad neurótica y en situación de conflicto. Si no se diagnostica y trata el cuadro, suele cronificarse con fluctuaciones, de forma que en ciertos períodos está atenuado y en otros la clínica perturba gravemente al paciente.
Los fármacos antidepresivos suelen ser ineficaces, mientras que los ansiolíticos son útiles. La psicoterapia cognitivo-conductual (CBT) es ineludible para descubrir y tratar el conflicto de fondo.
El Trastorno de Estrés Postraumático es un tipo de ansiedad que aparece en respuesta a una situación traumática lo suficientemente intensa como para poder poner en riesgo la vida del paciente o la de otros. Como consecuencia de ello se ponen en marcha una serie de mecanismos psicológicos que condicionan la vida del paciente donde predomina la angustia y las conductas de evitación secundarias.
Pide tu cita ahora y da el primer paso hacia tu bienestar mental.
Dr. Francisco Toledo Romero
Psiquiatra y Director de Psicoclínica Murcia
Num. col. 3004323
ICOMRM
Copyright © 2024 Psicoclínica de Murcia | Diseño web para clínicas